CAMPERIZACIÓN

En enero del 20, antes de que llegue la noticia del tipo que en China se comió una sopa de murciélago, anduve caminando por la Patagonia argentina. Me he maravillado como todos en aquel lugar. Sobre todo, en el Parque Nacional los Alerces. Ahí vi, como nunca antes, la cantidad de viajeros que lo hacían por cuenta propia en sus vehículos y los beneficios de eso para moverse por grandes extensiones sin tener que estar atentos a que se acaben los pasajes de buses, a las esperas en la terminal y etc. Pero en particular, me encandilé con los que plantaban una cama en su combi, un techo en su camioneta o acondicionaban un bus para hacerlo una pequeña casa.  

En la búsqueda de la combi adecuada

El mundo camper, que ya era uno de mis anhelos desde al menos los 20 años, se metió de lleno en mis intereses convirtiéndose en una necesidad imperiosa. 

Cuando volví de esa travesía con Flor nos pusimos a pleno a investigar qué tipo de rodado era de nuestra conveniencia y que esté a tono con nuestro presupuesto. La primera opción fue la famosa Volkswagen T4 pero un amigo que conoce de autos me advirtió sobre la posibilidad de que, al haberse convertido en un auto de culto, los repuestos cuesten mucho más de lo normal. Otro amigo, Gonzalo, descreía de esto y me dijo que con “saber lo básico de mecánica andas bien”. Pero yo ni eso.  

Descartada la posibilidad de la T4, enfilé a las Fiat Ducato de los ´90. Mas que nada porque veía en Youtube que muchos españoles las camperizaban. Además, estaban dentro de mi presupuesto.  

En esta ocasión fue Luis, el papá de otro amigo (Sergio) que me advirtió de las dificultades que podían aparecer al acceder a esos rodados por los años de estos y porque, al trabajar en esa época en relación con ellos, sabía que muchos tenían desperfectos (de fábrica) de consideración.  

Decidimos sumar algunos años y cambiar de marca. Entonces, vimos una sprinter del 2001 que nos encantaba, pero la llevamos a un mecánico de confianza que nos tiró la posta “la chata está bien, pero tiene más de veinte años. La usaron toda la vida para laburar por estas calles que están destruidas. Por lo que cuesta, le vas a tener que invertir casi el mismo monto para dejarla a punto para recién camperizarla. Te conviene comprarte algo más nuevo que ya esté lista para modificarla”. Ahí apareció la Renault Master, una del 2008 que nos interesaba. Costaba el doble que la Sprinter pero estaba lista para meterle todos los “chiches” para viajar.  

En esa ocasión lo que nos afectó fue que el precio del dólar subio y con eso los precios que estaban en pesos.

Si bien yo tenía mis ahorros en dólares, cuando por alguna cuestion económica  (que claramente no comprendo) el dólar bajó, no pasó lo mismo con los precios en pesos. Cuestión que ya no me alcanzaba para comprarla. Argentina, no lo entenderías. 

Empezamos a bajar las expectativas. Tal vez lo mejor no sea comprar una kombi sino algo más pequeño para arrancar. Al fin y al cabo, solo viajaremos durante un fin de semana largo o vacaciones. Por lo que no necesitábamos algo tan grande. 

La DFSK C35

Ahí tomaron fuerza los utilitarios. Descubrimos las “camper box”. Entonces enfilamos el foco a esos pintorescos autos que nos iban a servir para el día a día y para hacer una que otra escapada.  

De todos los que vimos, nos interesamos por la Renault Kangoo. Hasta el día de hoy la alabamos cuando vemos una en la calle. La versión del 2021 nos gustaba mucho. Apareció entonces, la que terminó siendo la que compramos: Una DFSK C35.

Costaba un poco menos que la kangoo, siendo la más barata del mercado en aquel momento y con un tamaño que nos interesaba un poco más. Pequeña a la par de una Sprinter o Renault Master pero más grande que una Kangoo u otro utilitario. Aparte por su forma compacta, nos hacía acordar bastante a las T4 de Volkswagen. Lo mejor de todo, cero kilómetros. Que, para un ignorante en la materia como yo, me daba la chance de tener la certeza de que lo que compraba estaba nuevo. 

Por cuestiones impositivas y de aduanas propias de Argentina, la compramos en marzo de 2022 pero llegó a Tucumán recién en julio de ese año. Quedamos sin un peso por lo que decidimos postergar la camperización hasta casi un año después. Eso sí, la llevamos a pasear por los valles tucumanos hasta las ruinas de Quilmes, también por la quebrada de Lules y en un finde de esos super largos a Fiambalá en Catamarca

Camperización en marcha

Antes de comenzar con la transformación del furgón, le quitamos la parrilla que separa  la cabina de la caja, además de agregarle asientos traseros, que nos permitió usarla en la ciudad y llevar gente de ser necesario. Esto incluyó un trámite de homologación para que deje de ser un automovil utilitario. 

La primera tarea para camperizarla ha sido encontrar el lugar más cómodo para trabajar. Como vivimos en un departamento en pleno centro, generalmente fuimos a la casa de mi mamá en su barrio o la que tiene en una villa veraniega, donde contamos con espacio de sobra para hacer el laboro con comodidad.  

El primer paso fue elegir el tipo de aislamiento era conveniente poner en la van. En todo caso entendimos que lo que más nos convenía era usar la espuma de polietileno bicapa de 10 milímetros. Compramos un rollo grande de 1 x 20 metros. 

Para pegar, conseguimos el Fanacola 90 sin tolueno.  

Por más que parecía la tarea más sencilla porque la espuma es fácil de manejar, estuvimos casi dos fines de semana completos dedicados solo a cortar y pegar en cada parte de la chapa interior de la caja de la combi. Eso sí, sacamos el cobertor del techo que viene de fábrica para agregarle también una capa de aislante allí. También, aprovechamos la espuma expansiva de poliuretano para los huecos profundos. Para esta tarea agrego la ayuda de Benja, Sergio y Facundo más que nada en el último tirón de pegoteo en toda la furgo. (Spoiler alert: para nuestro primer viaje largo hasta Perú el asilamiento fue un éxito). 

El toque metálico le daba una presentación futurista que me parecía interesante pero la meta era aislarla y no que parezca una nave espacial. Entonces procedimos a comprar maderas para revestirla. Como no nos decidimos de qué manera ubicarlas, para darle un acabado hogareño como las que veíamos en internet, sumado a la falta de tiempo para dedicarle a la camperización y nuestro nulo conocimiento, finalmente optamos por forrarla con la misma tela que vienen los vehículos de tapicería. Nos costó una ganga y el acabado nos pareció (como dirían los españoles de los videos que vemos) super “chulo”. 

Una vez concluida la aislación empezamos con lo bueno: cortar la madera y empezar a armar los cajones sobre los que iría el colchón. Aquí merece un agradecimiento Agustín, amigo del laburo que me prestó la caladora y por supuesto Gonzalo que me abrió las puertas del taller de Pacha para poder utilizar el espacio, la sierra y miles de instrumentos de carpintería sin los que podría haber avanzado. 

El diseño consistió más que nada en armar una caja parecida al camper box adaptándola a nuestras necesidades y espacio de la van. Esto nos ahorró tiempo pensando en la cercanía al primer viaje y nos fue dando pista de las cosas que íbamos a dejar para próximas salidas.  

Sacamos la medida de la caja y en base a ello pedimos a la fábrica Ruscé un colchón a medida. En ese sentido, descubriremos que la comodidad del colchón que pedimos es muy buena, por lo que quedamos más que satisfechos. 

Con respecto a la caja, la dividimos en dos cajones cercanos a los asientos traseros donde guardamos en esta ocasión ropa. A los costados nos permitió hacer dos pequeños cajones a cada lado donde guardamos zapatillas y elementos poco usados.  

Finalmente, en la parte trasera de la caja la división fue en tres: una para poner cosas grandes como bidones, carpa y mesas. Una división central para poner cajones con mercadería y/o bidones de agua y una tercera para colocar un cajón que sale donde va el anafe y las cosas de cocina.  

Para ser el primer viaje ya está lista para ser usada. 

Primera experiencia

El primer viaje consistió en una travesía por Bolivia y Perú hasta Cusco, volviendo por el norte de Chile a través del Paso de Jama. El aislante estuvo perfecto para los lugares fríos como Potosí, donde una noche tuvimos una sensación termina de -3° y no la sentimos. Respecto al calor, ha ido mejor de lo que esperábamos. Pudimos dormir tranquilamente hasta pasadas las 8.30 donde empezaba a hacer calor y si lográbamos estacionar en lugares donde haya sombra, la estadía adentro se estiraba hasta las 11 h aprox.  

Llevamos una ducha de 20 litros que, sumado a un cambiador iba a cumplir la suerte de baño. Pero al menos en este viaje, no fue oportuno su utilización porque íbamos a muchas ciudades y porque la ducha necesitaba de un lugar con fuerza para colgarla. 

La heladera (en realidad conservadora 12v) que compramos cumplió con sus prestaciones. Posiblemente construimos un pequeño poti casero para próximos viajes. 

Queda al pendiente terminar la tapa para los cajones de atrás, que limite el movimiento de las cosas que guardamos ahí. También creemos que es de suma importancia contar con un toldo lateral que nos dé mas sombra para lugares donde queramos hacer pura vida de camping o cuando paramos en plena ruta a estirar las piernas. Si decidimos ir a lugares calurosos va a ser importante colocar un climatizador. Creemos que también ayudaría polarizar las ventanas traseras, para ayudar a evitar un poco el calor.  

 Un anhelo a futuro es comprar un kayak y para eso pondremos una parrilla en el techo. Una vez puesto el mismo, podemos aventurarnos a crear un sistema con caños que nos permita usarlos como tanque para disponer de agua para usos varios como una ducha. 

1 comentario en “CAMPERIZACIÓN

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