Un recorrido por la Nación Diaguita

La Nación Diaguita fue una de las culturas más importantes del noroeste argentino, dejando huellas que aún se perciben en cada cerro, piedra y ritual. Cada vez que viajo por estas tierras siento que, de alguna manera, intento homenajear a esos pueblos que habitaron estos valles y quebradas.

imagen generada por IA

En esta ocasión viaje solo en una ruta un tanto improvisada. En un principio pretendía ir a Jujuy pero finalmente armé un periplo que incluía bastante de la zona que en algún momento habitaron los diaguitas. Le di lugar a aquellos sitios que no conocía o a los que no iba hace mucho, por lo que dejé de lado lugares como Amaicha del Valle, Santa María y otras localidades de Catamarca.Recorrí pueblitos recónditos, manejando durante horas por ripio pesado de la ruta 40. Por momentos me acompañó el temor de que la van se rompa en medio de la nada, pero enseguida lo tapaba la inmensidad del paisaje: planicies y montañas que, cerca de la Quebrada de las Flechas, me recordaron a la vastedad de San Pedro de Atacama.

Conseguí el mejor precio en alquiler de autos en DiscoverCars.com

DÍA 1

Inicie este trayecto en la histórica ciudad de San Miguel de Tucumán. Fui por la ruta 307 y empecé a subir por Acheral. Me demoré en salir, y esa fue una constante de esos días. Pasando Famaillá ya se podía ver que el clima en la montaña iba a estar, de mínimo, nublado.

Matienzos

La subida por la Reserva Los Sosa fue bastante tranquila. Lloviznaba y había poco tráfico. Me tentó frenar un rato en el Indio, pero decidí seguir para recuperar algo de tiempo. Paré recién en el Mollar para comprar un café en la YPF. Hacía bastante frío. Seguí manejando a baja velocidad porque una neblina muy espesa me acompañó desde la salida de Tafí hasta el Abra del Infiernillo. Un clásico de esta parte de los Valles Calchaquíes, al igual que la aparición rotunda del sol un par de curvas siguientes al turístico punto, desde donde se comienza a bajar hasta Amaicha. Seguí camino hasta Fuerte Quemado porque hace tiempo tenía pendiente conocer el sitio arqueológico allí presente. 

Más que nada me interesaba subir hasta la ventanita intiwatana: un portal de pircas desde donde se puede observar todo el valle de Yokavil, la población de Fuerte Quemado y sus cultivos, el río Santa María y el resto de la zona montañosa.

Me llamó la atención la poca infraestructura e información en el lugar, algún orientativo que invite a los visitantes a ubicarse en la zona, a identificar mejor lo que se está conociendo como también a respetar los límites de los caminos. De hecho, la huella para subir hasta la ventanita en un momento se pierde, entonces es posible que tengas que trepar una que otra piedra; por lo que es recomendable ir con calzado de buen agarre. La subida la hice en alrededor de 30 minutos y la bajada en un poco menos de tiempo. Desde arriba la vista es impresionante, de 360 grados. Obviamente, similar a la que se presenta en la cima de las Ruinas de Quilmes. También, claro está, me pareció casi igual a la zona de las Ruinas del Shinkal.

Morteros

La ventanita tiene un gran valor histórico porque allí se realiza el Inti Raymi con el primer sol de invierno, con un valor energético destacado para la cosmovisión de los pobladores históricos de la zona. 

Durante la caminata de subida se pueden ver varios morteros, repartidos a lo largo del cerro. La cantidad de cactus de diferente tipo es apabullante. También abundan chañares, tuscas, jarillas y es fácil perderse en los tantos bosques de algarrobo que hay.

Saciada las ganas de conocer este lugar, seguí camino. Paré brevemente en la plaza de Colalao del Valle para comer algo. Unos sandwiches de miga (de los peores que probé) fueron los afortunados. 

La ruta desde el infiernillo hasta Amaicha está espectacular (la arreglaron hace poco después de muchos años de espera). Desde Amaicha hasta Colalao del Valle vuelve a su estado anterior, con muchos pozos. 

Finalmente llegué a Cafayate pasadas las 16 h. Me quedé en el Camping Luz y Fuerza. Hay varios motorhome e incluso algunos locos en carpa. 

Me cobraron 10 mil pesos (5 mil por persona y 5 mil por vehículo). Si tu vehículo tiene conexión eléctrica como un motorhome grande, te cobran un poco más. En términos generales, el camping me gustó. 

Camping Luz y Fuerza

Camine un poco por la plaza y alrededores. Me acerqué a información turística para saber que tipo de opciones de tour ofrecen. No me convenció ninguna. 

A estos locos ya los vi en otra parte…

A la tarde-noche volví al camping, previa compra de algunas verduras. Cené fideos con salsa. La ducha estuvo estupenda.

DÍA 2

Hizo frío en la noche. Después descubrí que la puerta lateral de la van quedó levemente abierta y por ahí entró el viento. Me hice unos mates en la pavita que compré en un bazar días atrás. 

Decidí encarar para la zona del divisadero. He leído que hay un trekking pintoresco por las 7 cascadas del Río Colorado. 

Estoy solo y hay que ir acompañado si o si con guía. En este caso, me acompaña Alcides Condori, miembro de la comunidad Diaguita. 

Le comento que en la oficina de turismo no me nombraron esa actividad. Me dice que no es la primera vez que escucha eso. La actividad tiene un tiempo estimado de 3 horas ida y vuelta, pero lo hacemos en 2 horas. Según el, tiempo récord. Eso sí, me llevó casi trotando…

Las vistas ahí son espectaculares. Por momentos me hace acordar a una cascada que fui cerca de Tarija. Me encantaría volver a recorrer esa ciudad boliviana.

 Si bien es difícil perderse porque se camina prácticamente bordeando el río, hay momentos donde se camina al filo de una piedra enorme, con posibilidades de caer a un piletón natural. También hay tramos donde hay que trepar piedras. Igual que en Aguas Chiquitas.

Pasando la tercera cascada hay un pequeño “bosque” de cardones, ideal para zona de descanso. Realmente las cascadas que valen la pena ver son la 5, 6 y 7. 

Hay cabras en lo alto de la montaña. Me comenta Alcides que son de su hermano, y que cada tanto ve un puma. También me cuenta sobre un amigo llamado Ponziano que vivía solitariamente en alta montaña. Conversamos bastante mientras avanzamos. Agrega que también realiza excursiones más largas de dos días a otros cerros durmiendo en la cumbre.

La actividad es altamente recomendable. La ruta que lleva al comienzo de la caminata es la misma que va hacia Finca las nubes, pasando también por la cueva del sury.

Luego voy a almorzar al restobar La Estancia, en una de las esquinas de la plaza. Me pedí una cazuela de llama (la pagué 17 mil). Después me fui a recorrer algunas bodegas: Piatelli, La vasija Secreta y Domingo Hermanos. Me compré algunos ejemplares de malbec, malbec + tannat y torrontes entre otros. 

Volví temprano pero cansado al camping, me bañé aun siendo de día, tomé unos mates y cené en un bar llamado Chikan. Lo recomiendo porque ofrecen un menú a 14 mil con entrada, plato principal y postre. 

Antes de dormir veo un par de capítulos de Cowboy bebop.

DÍA 3

Quería hacer alguna actividad en bici, pero las opciones que me dieron en algunas agencias no me convencieron. Entonces decidí recorrer un poco más la ruta 40 hacia el norte. 

Hasta San José está asfaltado y luego es puro ripio, de diferente tipo. Más o menos en una hora y algo más llegué a la quebrada de las Flechas. Me encantaría tener más conocimientos sobre geología o biología para comprender mejor sobre lo que veo.

Esta wea se la conoce como el búho.

Las montañas cambian de color y tienen formas caprichosas. En este caso, claramente, con formas de puntas de flecha. Un poco me hipnotiza la vista de los valles a lo lejos. Parece infinito.

Desde mi ignorancia, veo un paisaje similar al que vi en varios tramos de las rutas bolivianas y particularmente del camino que conduce al Paso San Francisco. En ese aspecto, y con el diario del lunes, recomiendo más este último (conocida como ruta de los seis miles) porque la ruta esta realmente bien. 

En este caso, el ripio a veces esta bien y por tramos es mejor que la tracción sea 4 x 4. En Angastaco paré brevemente a comprar unas empanadas para seguir. 

El camino luego de Angastaco me pareció menos pintoresco y no los disfruté tanto.

Me gusta sorprenderme con los caserios que aparecen cada tanto. Muchas de esas casas son de adobe. Logro divisar un zorro a lo lejos cruzando la ruta y también un cuy. En todo el trayecto veo proyectarse sobre la ruta la sombra de cóndores sobrevolando el cielo. El cóndor me parece un animal majestuoso. Vi una que otra llama también. Me encantaría que asfalten esta ruta. 

Realmente el norte argentino es bello.

 Por una cuestion de tiempo no llegué al Brealito donde quería ir, entonces paré en Seclantás. El pueblo es pequeño pero hermoso. Me recuerda a Ollantaytambo.

Me parece, por lo que veo, que si recibe una cantidad interesante de turistas en relación a su oferta. Desde aquí se puede realizar una excursión hacia las cuevas de absisi. Ojalá algún día pueda hacerlo. 

En a plaza de Seclantlás hay Wifi gratuito. Varios lugareños aprovechan la tranquilidad de la misma para usar internet bajo la sombra de un árbol. Me parece excelente.

La vuelta hasta Cafayate se hace larga y cansadora. Cerca de Seclantas hay un desvío que extiende el recorrido. Llegué a Cafayate con las últimas luces del día. Manejar me cansa y la ruta de ripio me estresa. Otra noche que ceno y duermo temprano.

DÍA 4

Si bien la noche es fría, el aislamiento de la van funciona bastante bien. 

Después de desayunar arranco camino hacia la famosa ruta 68. Ya hice la Quebrada de las Conchas en otra oportunidad pero en aquel entonces había menos gente. Ahora es temporada alta.  

He parado en Los Colorados, Los castillos, el sapo, la garganta del diablo y el Anfiteatro… Podría haber parado en cada uno de los demás porque las vistas son increíbles. 

En el anfiteatro no sólo había mucha gente sino que también hay más artesanos y puesteros que la última vez que fui. 

Decidí seguir camino hasta llegar al Dique Cabra Corral. La ruta luego de la Quebrada de las conchas presenta uno que otro bache, pero está bien por lo general. De a poco la geografía va cambiando. 

El dique es bastante grande. Tiene mejores panorámicas que el Cadillal. Pero en general me resulta parecido. Tiene varias ofertas de bares, incluso uno en una isla. Freno brevemente en el puente del dique, a ver si alguien está por hacer bungee jumping y de paso analizar si me animo o no. Pero nadie está en esa historia, ni siquiera los que trabajan allí. Será para la próxima. 

He  parado brevemente para sacar unas fotos al dique y tomar un jugo.

Me aparecieron dos zorros pequeños. Por un lado su aparición me genero ternura, pero por otro siento que se presentaron porque tenía comida, por lo que sospecho que algunas personas les deben dar de comer. En ese momento me pregunté si, en algún momento, los zorros llegaran a domesticarse como los perros y los gatos.

Despues he continuado por la misma ruta (la 47) hasta que se terminó el asfalto a la altura de la Hidroeléctrica. Quería ir hasta Juramento, solo para llegar a la ruta 9 sin tener que ir hasta la ciudad de Salta.

El tramo que une el dique Cabra Corral con Juramento (y la ruta 9) tiene una distancia de aproximadamente 50 kilómetros y pasa por distintos estados de ruta de puro ripio, a veces más arenoso y por momentos con más piedras.

En verdad, solo lo recomiendo si la tracción es 4 x 4. De todas maneras, en todo momento se transcurre paralelamente al río Juramento, que se ve muy caudaloso. Incluso, en algunas curvas, aparecen zonas dignas para el descanso cerca del río.

Creo que, si en algún momento asfaltan esta ruta, se convertirá en un pintoresco y divertido camino, con subidas y bajadas hasta llegar a la ruta nacional. En tanto, a paso lento, el trayecto lo hice en aprox. 2 horas. Una vez llegado a la ruta 9 me dirigí hacia el sur.

Solo paré brevemente a la altura de Metán en una finca menonita para comprar alguno de los productos que realizan: pillé  un budín de banana, unas papas con ají y unos maní con cheddar. La cosa sana.

Recorrí solo parte de la antigua Nación Diaguita, manejando horas por ripio y cerros que me regalaron paisajes tan amplios que, cerca de la Quebrada de las Flechas, me hicieron acordar a San Pedro de Atacama. Entre neblina, morteros y cascadas, cerré el viaje en San Pedro de Colalao, uniendo pasado y presente de estas tierras

Ha sido un día largo donde finalmente llegué a San Pedro de Colalao junto con el atardecer donde terminé esta travesía, cerrando así un recorrido de ripio, cerros y paisajes infinitos, que une pasado y presente de esta tierra diaguita (y Candelaria en el sureste salteño y noreste tucumano).

Por suerte en la “Sucursal del cielo” no hizo mucho frío, aunque el chilto que planté en la casa de mi madre estaba pelado por las heladas de hace unas semanas. Al día siguiente, mientras desayunaba con mi vieja, me sorprendió que al menos 3 cuys se acercaron a menos de tres metros de nosotros a husmear. Luego de almorzar retomé ruta para volver a San Miguel de Tucumán y culminar con el periplo.

—————————————————————————————–

Contacto del guía Alcides Condori para coordinar salidas por la zona del Divisadero en Cafayate: +3868411351

Deja un comentario

search previous next tag category expand menu location phone mail time cart zoom edit close