Brasil tiene un rincón bastante “copado” cerca del monstruo de concreto y millones de personas que es San Pablo, siendo una isla que se llama Ilhabela. Para llegar allí la opción elegida en este caso es Uber que nos conecta a Sao Sebastiao (dos horas de viaje) desde donde tomamos un ferry para llegar a la isla. Este trasbordador es conocido como “la balsa” y tiene una frecuencia de salida de 20 minutos y una duración de cruce del mismo tiempo. Las personas que viajan a pie no pagan pasaje, y he leído que aquellos que llegan a la isla en Van o motor home deben pedir un permiso con antelación, prohibiéndose su entrada si no cuentan con la autorización del mismo.

En un principio me llamó la atención que este destino tenga servicio público de pasajeros (colectivos), pero después entendí que se trata de un lugar con buena cantidad de personas viviendo allí y, sobre todo, que las distancias son grandes. En fin, típico de Brasil. Mucha gente, playa, largas distancias y cinco copas del mundo entre otras cosas.
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Ilhabela es conocida por la cantidad de cascadas que posee y se sospecha de la presencia de otras más que aún no fueron descubiertas. Se las puede conocer a partir del parque estadual Ilhabela desde donde van apareciendo las diferentes trilhas (senderos) para llegar a las diversas caídas de agua. La decisión del camino a tomar y cascadas a visitar serán teniendo en cuenta variables como la distancia, clima y dificultad; aunque con buen tiempo se puede apreciar que el camino es compatible para la mayoría de las personas. Es posible realizar distintos tipos de excursiones para conocer las caras y variados recovecos de la isla llegando a playas de difícil acceso.

Por supuesto se puede llegar a la mayor parte de los puntos por cuenta propia, que añade un tinte aventurero y buena dosis de incertidumbre, pero quedando uno sujeto a cuestiones no manejables, como la lluvia que fue una constante amenaza mientras conocimos este lugar. Esto último porque la vegetación dominante es el bosque atlántico, que según leí, se caracteriza por la presencia de lluvia durante todo el año, siendo la temperatura media anual de 25 grados, incrementándose a 30 durante el verano.

Nuestro plan estaba abocado al descanso y rutina espontánea por lo que pasamos los días de lluvia y frescos para hacer vida de hostel aprovechando el ambiente de relax, compartiendo mates, a veces una que otra bebida espirituosa y disfrutando de diferentes lecturas. También aprovechamos un día gris para retomar camino a Sao Sebastiao para conocer un poco de esta que es la ciudad mas antigua de la costa norte de San Pablo, recorriendo el centro histórico y caminando hasta el barrio de Topolandia.

Retomando lo descrito parrafos anteriores, la isla da la posibilidad de disfrutar de diferentes playas, cada una con su particularidad, de las que podemos dar cuenta de la praia dos barreiros y la Praia dos Castelhanos, donde se supone llegaron los primeros esclavos provenientes de África a mediados del siglo XVI.
Tuvimos la oportunidad de “parar” en el ClanDestino Hostel, ubicado en Praia Da ArmaÇÃo, en la parte norte de la isla. El albergue estuvo bastante bien respecto a precio/calidad (optando por la habitación compartida) y había muy buena predisposición por parte del personal, sobre todo Thiago con el que compartimos buenas charlas y transmitió la mejor onda para orientarnos y ayudar a que nuestra estadía sea aún mejor.

La parte urbana de Ilhabela tiene un bonito paseo costero que permite una buena caminata al borde del mar disfrutando la vista, la brisa marina y todos esos “clishes” que ya se escribieron y leyeron mil veces antes, pero que en un punto tienen razón de ser y vale la pena transmitir.
Como no están permitidas las construcciones de más de dos pisos de altura, hay interesantes casas escondidas en la montaña que a veces no se ven desde la costa tapadas de árboles, por lo que se mantiene un aire a territorio inexplorado.

Si de comer se habla, denle ya, ahora mismo, todo premio existente al “Cheiro verde” que queda en el centro histórico y ofrece la mejor comida marina de la isla, sirviendo platos abundantes que se pueden compartir; con postres de maracuyá y diferentes frutas locales a la crema y chocolate para que el “bajón” sea jefe.

Algo a tener en cuenta es que la fecha de visita fue en julio, es decir, temporada baja por invierno, que si bien no afectó de manera extrema el clima (disfrutamos del sol y el agua casi todos los días) si da a pensar que la ocupación de la isla en general estaba muy por debajo de lo que puede llegar a estar en enero, donde por experiencia propia, puedo afirmar que muchas ciudades costeras de Brasil suelen colapsar, costando encontrar hospedaje, tardando una eternidad en dirigirse de un punto a otro por embotellamientos y encontrándose uno con playas atestadas de gente más la necesidad obligada de comprar pasajes de bus para moverse de una ciudad a otra con muchos días de antelación dada la extrema demanda.

Relativo a esto es que, si bien no sé cómo será la dinámica de la isla en los meses de verano, en esta fecha me ha dado la sensación de ser un lugar bastante seguro. Hay que saber que en esta isla hay una incontable cantidad de “borrachudos”, que son un tipo de mosquito muy pequeño que produce una picadura un tanto molesta y dolorosa en comparación a otros de su especie por lo que el repelente debe aparecer como instrumento primordial a la hora de tirar objetos dentro de la mochila.

Finalmente, Ilhabela cumple con todos los requisitos para ser el punto elegido para tomarse un descanso. Que tenga mar ya es motivo suficiente, pero que también posea otro tipo de naturaleza como morros con ríos de agua dulce (con lo bueno que suele ser la combinación de playa con selva) y la posibilidad de acceder a todos los servicios para que la estadía sea plena, con diferentes tipos de bares y restaurantes, espacios para disfrutar de la tranquilidad al aire libre y otros más concurridos. Por todo lo descrito es que se trata de un destino al que, de tener la posibilidad, seguro se vuelve.
Links de interés
http://www.litoranea.com.br/ (para sacar pasajes desde el aeropuerto a Ilhabela)
http://www.viajeabrasil.com/ilhabela/

Me he quedado loca con el nombre de los mosquitos»borrachudos»no quiero ni imaginar lo que deben libar para llevar ese nombre 😂😂. La isla tiene buena pinta, me he quedado con ganas de ver las playas soleadas que seguro serán bien chulas. Un abrazo desde marruecos
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Si son unas playas hermosas. Lamentablemente a la vuelta de ese viaje me robaron el celular donde tenia buena cantidad de fotos así que quedaron pocas. Desde allí todo al drive jaja. Saludos
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