Explorando Catamarca: Ruinas del Shincal, Villa Vil y más

Otra vez en Catamarca

No es la primera vez que elegimos Catamarca, por la cercanía a ésta llamativa provincia, para disfrutar los días de descanso. En otras ocasiones pudimos conocer Piedra Blanca y el dique las pirquitas aprovechando que la familia de Jo, un gran amigo, tiene una casa allí y el año pasado nos fuimos un poco más lejos para recorrer Fiambalá y el Paso San Francisco

Además, hemos hablado con mucha gente que ha estado viajando últimamente a Catamarca, buscando paisajes amplios y lugares tranquilos. No me parece raro teniendo en cuenta como el turismo post pandemia al parecer ha acelerado el disfrute turístico relativo a la experiencia misma

Cuesta del Clavillo y de la Chilca

En esta ocasión nos aventuramos por otras rutas. Hemos iniciado en SMT y, encarando hacia el sur, en Concepción cambiamos a la ruta que va hacia Alpachiri, la cual ya conocía de un viaje a Cochuna; sin embargo, esta vez continuamos hasta llegar a La Banderita, límite entre Tucumán y Catamarca, para descender en esta última provincia por la Cuesta del Clavillo. La ruta desde Alpachiri en adelante es de ripio, pero me animo a decir que está en buen estado; solo que hay que conducir un poco más despacio.

Los 45 km hasta Yunca Suma (Catamarca) se recorren en aproximadamente una hora y veinte minutos. En ese poblado vuelve a aparecer, al menos por un tiempo, el asfalto.  

La ruta 48 desde Yunca Suma hasta (casi) llegar a Andalgalá no está pavimentada, pero si está bien marcada. El trecho se torna un poco largo y se vuelve extenuante. De todas maneras, me pareció interesante realizarlo.  En el trayecto vimos cruzar un zorro de tamaño mediano. Es la segunda vez que veo un ejemplar de esta especie (la primera fue en Tafí del Valle) y me parece un animal singularmente bello. 

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En el mismo camino, se realiza el descenso por la Cuesta de la Chilca, que me ha sorprendido con interesantes postales, pero presenta momentos de ruta bien estrecha; por suerte no me he cruzado a ningún auto de frente que vaya subiendo. He pensado la posibilidad de frenar para sacar unas fotos, pero finalmente desistí por no encontrar miradores bien marcados para eso. 

En Andalgalá no paramos, sino que seguimos rápidamente a la ruta 46, que si está pavimentada y en muy buen estado. Se trata de una recta larga que te va acercando a la montaña. En un momento pareciera que vas directo a chocarte con la misma. Es impactante visualmente porque por los costados no hay mucha vegetación y de frente se observa un gran murallón que bordearemos por la misma ruta para, mediante el paso por Belén, llegar a Londres. 

Siguiendo la huella Inca en Argentina 

legamos finalmente a la ciudad de Londres pasadas las 15 horas (habíamos comido unos ricos sanguches preparados por Flor de camino hacia allí). La ciudad tiene unos 2200 habitantes que viven principalmente de la agricultura, siendo el cultivo de nogales y la producción de nueces los pilares fundamentales. 

La ciudad de Londres fue fundada el 24 de junio de 1558 bajo el nombre original de “Londres de la Nueva Inglaterra”, en honor a María Tudor. Debido a diversos conflictos y la necesidad de encontrar un lugar seguro, la ciudad experimentó varios traslados hasta establecerse definitivamente en 1633. Esta historia temprana está marcada por la adaptación y la búsqueda de un asentamiento estable en el territorio, reflejando la complejidad de las relaciones entre los colonizadores y las comunidades originarias de la región. 

Justamente se trata de un lugar con un importante vestigio histórico ya que muchas poblaciones vivieron aquí desde tiempos ancestrales y por eso apuntamos como primer destino a Las Ruinas del Shincal. 

Cultura Periodo Descripción 
Cultura Belén 2000 a.C. – 1000 d.C. Una de las primeras culturas en la región, desarrollada en el Valle de Santa María y áreas cercanas. 
Cultura Aguada 500 a.C. – 1000 d.C. Se extendió por el oeste de Catamarca y parte de La Rioja. Conocida por su cerámica y técnicas agrícolas y metalúrgicas. 
Cultura Condorhuasi 500 a.C. – 700 d.C. Ubicada en las sierras del sur de Catamarca. Desarrolló cerámica decorada con motivos geométricos. 
Cultura Capayán 500 a.C. – 900 d.C. Habitó el valle de Capayán. Destacada por su alfarería y técnicas agrícolas. 
Cultura La Aguada 500 d.C. – 1000 d.C. Asociada con La Rioja y San Juan, influyó en el oeste de Catamarca con importantes restos arqueológicos. 
Diaguitas A partir del 1000 d.C. Ocuparon gran parte del territorio de Catamarca, Salta, Tucumán y La Rioja. Conocidos por su habilidad agrícola, cerámica y organización social. 

La entrada al sitio arqueológico nos costó 1500 pesos por persona (junio 2024) y para el acceso es necesario hacerlo con Guía. Esto se debe más que nada para procurar la preservación del lugar. El costo del servicio de guía es a voluntad del visitante, por lo menos en aquel momento.  

En este caso, coincidimos con la última guiada del día, a las 16 horas. Antes dimos un par de vueltas por el pequeño, pero interesante museo de la entrada (similar al de las Ruinas de Quilmes).  Los horarios de entrada con guía son 3 por la mañana (8.30, 10 y 11.30) y 3 por la tarde (14.30, 16 ,17.30 horas). 

En esta ocasión había mucha gente dado el fin de semana largo, en coincidencia con el comienzo de la temporada alta de estos lugares y con la realización de la despedida del último sol en una ceremonia llevada a cabo por la Comunidad Originaria del Quimivil.  

Sandra Quispe, guiándonos por las ruinas, nos llevó por los lugares de este sitio arqueológico contándonos de que se trataba cada elemento que veíamos con mucho interés, sabiduría y paciencia. 

No solo se detuvo en lo relativo a lo histórico sino también a conversar sobre lo que significa para ella ser descendiente de indígenas y pertenecer a la comunidad originaria. Nos invitó a reflexionar sobre cómo fue mutando con el correr de los años el sentimiento de pertenencia, en tanto años atrás estaba relacionado a una característica despectiva, poniéndose en valor la identificación de la población con su rica historia en los últimos tiempos.  

Las ruinas de Shincal de Quimivil conforman los vestigios de lo que fue la ciudad más importante del Sur del Imperio Inca siendo una cabecera provincial (Guamani) del Tawantinsuyo. Al parecer, fue un centro administrativo y ceremonial del Imperio con capital en Cusco, y se cree que se fundó en 1470, durante la expansión inca hacia el sur. 

El sitio, de 21 hectáreas, donde se encontró cien edificios que albergaban a 800 pobladores, lo descubrieron los arqueólogos a principios del siglo XX. Las excavaciones y estudios revelaron una ciudad con una planificación urbana característica del Imperio Inca, incluyendo plazas, kallankas (edificios administrativos), caminos y terrazas agrícolas. 

Han tenido que pasar muchos años desde su descubrimiento a principios de 1900 para que, en 1997, fuera declarado Parque Arqueológico Nacional, lo que impulsó su conservación y promoción como sitio turístico y cultural. 

Este paréntesis entre su descubrimiento y revalorización provocó que se vayan perdiendo piezas (a causa de coleccionistas y construcciones de fincas a su alrededor). 

 Desde principios de los 2000 se han realizado importantes trabajos de restauración y puesta en valor del sitio, permitiendo a los visitantes explorar y comprender mejor la estructura y la vida en esta antigua ciudad incaica. 

El Shincal se destaca como uno de los sitios más importantes del legado incaico en Argentina, atrayendo a investigadores y turistas interesados en la historia y la cultura precolombina de la región.  

Por mi parte había conocido El Shinkal en una salida escolar en los albores del año 2000 y me alegro mucho haber podido volver 24 años después. 

Villa Vil

Luego de visitar las ruinas fuimos a buscar donde parar con la Rodantera. Habíamos leído sobre el camping municipal El Molino, pero cuando fuimos no estaba atendido por nadie. Si bien vimos algunas personas acampando, preferimos buscar otro lugar. A la par había unas cabañas, pero no tenían lugar para un motor home (más que nada buscábamos un lugar donde poder usar la ducha) y finalmente dimos con Cabañas Nini en Belén. Hemos quedado encantados con este lugar. Atendido por Ramon, su dueño, tiene habitaciones, espacio para camping, buena vista y una pileta prometedora para los calores del verano.

Nos cobró 8 mil pesos para dormir allí en nuestra combi. Esa noche aprovechamos para ir a cenar a Belén y de paso ver el debut de la Scaloneta en la Copa América (2 a 0 a favor Vs Canadá). Esa noche hizo mucho frío, pero dormimos muy bien. 

Al otro día temprano nos hicimos el desayuno aprovechando una tortilla de rescoldo que habíamos comprado en la entrada del shincal. Luego pusimos en marcha la van y nos fuimos directamente a Villa Vil. Por la ruta 40, desviándonos a la ruta 36 antes de llegar a Hualfin, llegamos en aproximadamente una hora a destino.   

En el camino nos damos con una zona denominada “puerto viejo” donde hemos podido observar una hilera de formaciones que dan la apariencia de barcos encallados a la par de la ruta.  

Previamente había bajado un track que me indique la ruta para conocer Los Castillos. Siguiendo el camino nos topamos con una fila de automóviles que se dirigían también a allí. En una parada técnica, se nos acercó el guía que llevaba a ese contingente a explicarnos que esa caminata solo era posible a partir de la contratación de un guía, y que el ofrecía sus servicios para que nos sumemos a su grupo. Si bien no estoy seguro de que sea obligatorio que así sea, no me parece mal que se precise de la contratación de uno para llegar. Mas que nada porque se trata de personas que viven allí y se dedican a esto. En este caso, Duilio Cruz nos guio durante las 2 horas y media que duró la caminata contándonos sobre el lugar y las caprichosas formaciones geológicas que dan nombre al mismo. Nos comentó además que se han nucleado en una asociación civil con los demás guías con la idea de convertirse pronto en una cooperativa.  

Creo que yendo por nuestra cuenta hubiéramos tardado menos en llegar a destino, pero insisto en que me parece oportuno apostar al desarrollo turístico de esta zona no solo yendo a conocer y compartir la experiencia sino, justamente, apoyando el trabajo de los locales.  

Al terminar la caminata nos dirigimos al pueblo de Villa vil a hacer algunas compras y descansar un rato en la plaza. Se trata de un pequeño pueblo de unos 400 habitantes. Aprovechamos para ir a turismo del lugar donde nos hicimos de un mistela artesanal hecho allí. Después nos fuimos a las termas a 3 km del pueblo. 

En estos momentos el complejo esta pronto a cumplir su primer año de existencia por lo que aún está en construcción. Cuenta con tres piletas al aire libre y otras tres privadas (para 3 personas). Además hay un pequeño bar donde se pueden conseguir algunos snacks y bebidas. Si bien cuando pregunté unos días antes me dijeron que había turnos de ingreso, cuando llegamos nos dijeron que la entrada era para todo el día. El ingreso es de 3000 por personas para nacionales (5000 para extranjeros, 1500 para jubilados).  

Al menos ese día estaba repleto de gente, por lo que preferimos dedicar la tarde a buscar una buena ubicación en los alrededores del complejo ya que íbamos a pasar la noche acampando allí y tomar unos mates. Allí conocimos a una pareja de jubilados de Esquel que estaban, también en su combi, acampando hace varios días a las afueras del complejo. Pasamos un buen rato escuchando sus historias sobre rutas realizadas y atentos a sus consejos sobre cómo continuar con nuestra camperización. 

Finalmente pasadas las 6 de la tarde nos decidimos a entrar a las piletas. Fuimos directamente a la más caliente (supuestamente de 42 grados, pero claramente no superaba los 35). Nos quedamos allí hasta el anochecer. Ver las estrellas desde una pileta con agua caliente no tiene precio. 

Si bien no tiene el desarrollo e infraestructura que las termas de Fiambalá considero que valen la pena ser conocidas. 

Antes de que sea el horario de cierre aprovechamos para usar las duchas y quedamos listos para cocinar un guiso mientras tomábamos un pisco traído de la capital Inca aprovechando que estábamos siguiendo sus huellas en nuestro país.  

Las aguas termales me dejaron “seda” para dormir, pero igual pude sentir el movimiento de la combi por el fuerte viento de la noche que fue tan fuerte que terminó corriendo a otro de los motorhome que estaba aparcando allí cerca. De lo que no me enteré, pero sí pudo atestiguar flor, fue la aparición en plena madrugada de unos caballos que se hicieron de unas bananas que dejamos afuera como también de tirar las ollas que habíamos dejado listas para lavar al levantarnos.  

Completando la vuelta

Al otro día, tras desayunar y acomodar las cosas nos dirigimos a la ruta 40 enfilando hacia Santa María. Decidimos dejar para después la visita al Cerro Pintado de esa ciudad y fuimos directamente hacia Amaicha del Valle por la ruta 17 (que se convierte luego en la 307 en Tucumán). 

En ese trayecto fuimos testigo de una tormenta de arena que nos dejó atónitos por su fuerza. Por suerte solo duró poco más de un minuto.  

En Amaicha aprovechamos para almorzar en un barsito ubicado frente a la plaza. Luego de ello fuimos hasta la Virgen Escultórica (que sorprendentemente muchos tucumanos que viajan habitualmente a Amaicha no la ubican). Después fuimos a la Bodega Los Amaichas a comprar unos vinos (aún no los probamos) y paramos brevemente en Ampimpa para reconocer algunas plantas con las que Flor trabaja en el laboratorio.

Finalmente terminamos ese día llegando por la tarde a Tafi del Valle, donde hicimos noche en la cabaña de los padres de Flor para volver a SMT luego de desayunar.  

Catamarca es una provincia enorme, de rutas largas y un sin fin de lugares para conocer. Además de volver a los lugares ya conocidos, quedan muchos en el tintero como el campo de piedra Pomez, Salar de antofalla, la botijuela, laguna blanca, etc. Parece que voy a tener que volver muchas veces más.  

Links de interés

El Shinkal – Turismo Catamarca

Pagina 12 – Artículo sobre las Ruinas del Shincal

Atlas Glaciares argentinos

Con el apoyo de @Pacha.carpinteria

3 comentarios en “Explorando Catamarca: Ruinas del Shincal, Villa Vil y más

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