Crónica: Recorriendo el norte italiano – #1 MILAN 

El camino previo

El conocimiento previo es vago e impreciso. Lo único que creo saber sobre las ciudades italianas que colindan con los Alpes es que están en la zona rica de este país, al menos, en comparación con Sicilia, la costa amalfitana o Nápoles por citar algunos ejemplos. 

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Mi hermano propone conocer Milán, Padua, Venecia y Torino. Si bien en un principio estas ciudades no están en mi itinerario mental o interés primario, nunca está de más conocer una nueva ciudad. Aquel que disfruta de los viajes suele sacarle el jugo a aquellos conglomerados urbanos de los que carece de conocimiento o experiencia. Además, habiendo conocido la capital italiana y algunas ciudades del sur, juego mentalmente con la idea de que recorrer el norte me da un panorama más completo de Italia en general. Me proyecto que “ya solo me faltaría conocer el este italiano para haber recorrido la bota por completo”  

Son las 5 am. cuando el despertador interrumpe el sueño. Se observa por la ventana una helada madrugada parisina. Estoy en el distrito XIV por lo que tomamos el metro en Plaisance para dirigirnos a Gare Lyon. Para ello combinamos la línea 13 con la línea 1. 

Tomamos el SNCF a las 6.45. Sobre el tren en cuestión puedo destacar su calidez y comodidad. Si bien hay una cantidad considerable de pasajeros, considero que no está abarrotado. Viajamos en segunda clase como se debe (?). 

 Se trata de trenes bastante limpios y con un detalle importante para los tiempos que corren es que cuentan con wifi durante todo el trayecto. Lo que hace, a mi gusto, más ameno el recorrido. Eso sí, la señal desaparece mientras cruzamos un túnel. Lo más interesante de este trayecto es que atravesamos los Alpes ganando imágenes impactantes que invitan a fantasear con la idea de vivir una vida tranquila en aquellos pueblos y ciudades que el tren va atravesando al pie de las montañas nevadas. 

MILANO

Llegamos a Milán alrededor de las 14 horas. Mi primera impresión sobre la ciudad es buena. Me aparece la sensación de mixtura entre lo moderno, lo clásico y lo medieval.  

Luego de acomodarnos en nuestro departamento alquilado por airbnb, la primera actividad es caminar por las calles de la ciudad para tener el primer pantallazo de la misma. Siendo enero, oscurece bastante temprano y el clima no favorece las actividades al aire libre. De todas maneras, eso no nos frena para caminar por la zona principal hasta llegar a la piazza del Duomo. Al ser feriado por 6 de enero la cantidad de personas paseando es abrumadora. La famosa Galería Vittorio Emanuele II, centro comercial situado en arcadas del siglo XIX, está que explota de gente, más que nada familias. Habiendo aclarado las cuestiones climáticas con anterioridad no sorprende, puesto que además de la belleza de la misma, es un buen refugio del frio.  

Hacemos lo propio, pero tomando un café en McDonald que suele ser lo más económico (1.70 un latte mascchiato) mientras admiramos por fuera la imponente estructura que cobija la catedral. Si bien desde mi opinión no supera en esplendor al Duomo de Firenze no deja de ser una construcción totalmente interesante.  

En el interior del duomo se puede visitar el Tesoro del Duomo así como la tumba del cardenal Borromeo, el cual es venerado como santo. Por otro lado, bajo la monumental construcción, se encuentra el baptisterio de San Giovanni. La entrada para ese momento rondaba los 3 euros. 

Luego entramos al Museo del Novecento (5 euros la entrada). En un principio dudamos sobre la posibilidad de comprar una tarjeta que te permite la entrada a varios museos, pero luego nos damos con que, por la fecha, muchos de ellos son gratuitos y otros están cerrados por lo que no era conveniente. 

El museo del novecento se encuentra en el Palazzo dell’Arengario y el adyacente Palazzo Reale de Milán  y contiene obras de arte del S. XX y la mayoría es de artistas italianos. 

Una rampa en espiral conduce al primer piso desde donde es posible iniciar el itinerario expositivo que Abrió originalmente con Il quarto stato , a partir de julio de 2022 volvió al GAM de Milán [7] , para luego continuar con las Vanguardias y el Futurismo . El segundo piso exhibe laNovecento , Metafísica , Racionalismo y Abstraccionismo para luego continuar en el tercer piso con Arte Informal , Espacialismo y los artistas de Azimut . El itinerario continúa por una pasarela suspendida, que une el museo con el Palacio Real y que conduce a las salas de Arte Cinético y Arte Programado para continuar con los ambientes del Grupo T , Pop art italiano y pintura analítica , el itinerario concluye luego con una sala dedicada al arte pobre  (descripcion tomada de wikipedia) 

Al caer la noche, la llovizna le da un toque interesante a la plaza del Duomo que está totalmente iluminado regalando una hermosa postal. A lo último se suma el hecho de que ya muchas personas abandonaron el sector por lo que está más libre para caminar y disfrutar del entorno.  

Antes de volver al departamento alquilado buscamos un supermercado para comprar víveres para la cena y desayuno. 

Al día siguiente arrancamos a las 7. El primer punto a conocer es el museo Bagatti Valsecchi. Allí estamos alrededor de 2 horas. Se trata de una mansion del siglo XVI con un interior lujoso, que alberga artes decorativas y pinturas del Renacimiento. 

 Posteriormente continuamos recorriendo el barrio de Porta Venezia. Cerca de allí hay un pequeño parque: El Giardini Perego. Bastante tranquilo, donde  aprovechamos para almorzar y entrar en calor tomando unos mates. Respecto al almuerzo, para hacer economía y teniendo en cuenta el recorrido a pie que solemos hacer a diario, compramos pan lactal, verduras y fiambres para hacer sanguches. El día está frío pero llevadero. 

Seguimos camino hasta llegar a Via Buenos Aires. Allí el paseo adquiere un tono más objetivo porque si bien paseamos, también buscamos ciertos locales para hacer algunas compras. En particular unos guantes (por lo que aprovechamos un decatlhon) y una pava eléctrica pequeña. Es la zona de los locales comerciales y se observa mucha gente caminando por allí. Los precios son un poco más elevados en comparación con la capital francesa, pero se encuentran descuentos. 

Finalmente, el periplo sigue a pie por avenida Liberti donde en sus cercanías se pueden apreciar edificios de estilo art nouveau. Una actividad que se vuelve un clásico de este viaje es cortar la tarde con un descanso tomando un café. 

Antes de retornar al departamento volvemos a pasar por un supermercado (en este caso un carrefour) donde gastamos (entre pan, leche, jamón, yogurt, jugos y una tarta de verduras lista para calentar) unos 20 euros. Considero que está bien teniendo en cuenta que alcanzaba para la cena y el desayuno para tres personas por lo que cada comida terminaba saliendo algo así como 3.5 euros cada uno. 

A sabiendas desde el día uno que el clima no iba a ser un buen compañero, dejamos para el final de nuestro recorrido por esta ciudad la visita a la pinacoteca Brera. De hecho, la jugada comienza bien porque nos resguardamos de la llovizna entrando a la galería. 

Al salir la lluvia es tal que nos conviene volver al departamento para almorzar. Luego de un descanso retomamos ruta para ir al Castello Sforzesco, que tiene varias atracciones para disfrutar. De hecho el castillo en si ya es llamativo. 

El castillo es una fortaleza medieval renacentista con museos históricos y obras de arte de Leonardo da Vinci y Miguel Ángel. Allí se encuentra una de las tantas esculturas de La Piedad, considerada como la última obra esculpida por Miguel Ángel, ya que estuvo trabajando en ella seis días antes de morir. 

A la salida nos dirigimos hasta la Via Porta Ticineci donde la derrota ante la lluvia ya es inevitable. Paramos unos minutos a refugiarnos de la lluvia en la Basílica San Lorenzo Maggiore, que está rodeada por unas interesantes columnas romanas.  

Terminamos empapados mientras pienso que en ese mismo momento estaban jugando Milan vs Roma y si bien me disgustaba el hecho de no haber conseguido tickets para el partido, se me presentaba la certeza de que posiblemente la hubiera pasado muy mal por la lluvia.  

Finalmente nos despedimos de Milán cenando en un bar llamado Buona Forchatta por 58 euros los tres (dos platos de pasta y una pizza más bebidas). Recomendado el sitio por cuanto precio/calidad, pero una constante en los bares italianos es que te convencen de quedarte porque no cobran cubiertos pero al traerte la cuenta te cobran “el servicio”. 

Debido a que nuestras prendas estaban más que húmedas, decidimos tomar el metro para volver al departamento. Al día siguiente sale nuestro tren hacia Padua. 

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