No es nuevo el sueño de viajar a Europa, recorrer esas eternas y famosas ciudades, vislumbrar castillos, ruinas, grandes ríos y envolverse en historia y cultura. Un continente basto y conectado, con acontecimientos, monumentos y espectáculos culturales y naturales para todos los gustos, desde el mar del Norte, pasando por el Tirreno y hasta el Mediterráneo. Desde la cálida costa del atlántico hasta el frío mar Caspio.
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Sin embargo mucha gente se echa atrás a la hora de decidir su trip y dar riendas sueltas a su deseo. No es poca cosa pensar que se trata de un destino amplio por la cantidad de países que se puede cruzar entre ciudad y ciudad y los precios que (sobre todo en el norte) puedan llegar a asustar.
Por ello es que compartimos rutas alternativas y ciudades no tan explotadas que ofrecen la posibilidad de explorar mucho mas y gastar mucho menos.
En este caso una ruta realizada por propia experiencia, con mezcla de ciudades conocidas y otras con menos demanda turística.
El periplo comienza en Roma: Si bien se trata de una ciudad que suele estar atestada de turistas sin importar la época del año su importancia histórica como capital del imperio Romano y la facilidad para recorrerla sin necesidad de tomar el metro u buses, son fundamento suficiente para respetarla como ciudad indispensable para conocer.

Los lugares de interés para apreciar son: El Coliseo romano (ubicado en pleno centro), Foros romanos y Foros imperiales (importantes núcleos sociales de la época romana), el Panteón, la Fontana di Trevi, la Plaza España (sitio bohemio por excelencia), la basilica de San Pedro y la Plaza Navona (a mi entender, la mas bonita… con la presencia de la exquisita fuente de los cuatro ríos)

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Atenas: En esta ciudad, como en Roma, una de las formas de ahorrar en comida es apostando al famoso Kebab. Así mismo se puede recorrer los lugares mas importantes a pie, desde la estación Monasteraki hasta la Acropolis y barrio de Plaka para luego dirigirse a plaza Sintagma y museo de Arqueología. Luego un viaje en tren hasta Salónica y conexión con bus, con la posibilidad de apreciar los cambios geográficos a lo largo de la ruta nos deposita en la tercera capital consecutiva: Estambul.

La ex Constantinopla ofrece innumerables paisajes y sabores a buen precio para degustar el extremo oriente de Europa en las puertas de Asia. Con presupuesto acotado se pueden conseguir platos interesantes para el mochilero por 5 euros o menos. El gasto difícilmente evitable en esta (gran) ciudad es el metro, que cobra en cada conexión. Istiklal (la avenida principal), la torre Galata, Kadikoy (barrio que queda de lado asiático), la mezquita Azul, Ayasofia y un buen paseo por el Bosforo son puntos cruciales en esta visita. Desde la terminal central de Esenler se consiguen boletos de autobuses que se dirigen diariamente hacia la proxima ciudad.

Plovdiv, adentrándonos en el primer país de este recorrido con pasado soviético y tratándose de la segunda ciudad en cantidad de población. Años atrás hubiera sido difícil comunicarse en Bulgaria a menos que se sepa hablar ruso (por influencia soviética) sin embargo las personas jóvenes tienen un buen manejo del inglés. Aquí es donde realmente empieza a valer el ahorro. Los precios se hacen realmente distantes respecto a otras zonas del viejo continente y se consiguen desayunos y almuerzos a veces a menos de la mitad que en Roma o París. La plaza Stambolov, el centro histórico, las ruinas del teatro romano, las ruinas Eumolpias y la estatua de “Alesha” (que regalan una hermosa vista panorámica de la ciudad) son los lugares de interés a visitar. Un tren de dos horas y media separan a esta ciudad de la capital búlgara.

Sofía: caminar por el boulevar Vitosha, conocer la catedral
Alexander Nevski , disfrutar de la dinámica social de esta ciudad, paseando por metro a lo largo de la ciudad, visitarla pintoresca iglesia de San Jorge, el museo del arte soviético y caminar tranquilamente por el boulevar Vasil Levsky son algunas de las atracciones de esta ciudad.

A tres horas de la capital se encuentra una joya medieval: Veliko Tarnovo. Calles angostas, desniveles, un castillo. Un ambiente bastante medieval, y vistas panorámicas de ensueño. Una verdadera maravilla, ciudad histórica, tratándose de la capital del imperio búlgaro (tercero en importancia detrás del romano y otomano) y con el mismo presupuesto que dos ciudades atrás: atracciones culturales por 2 euros y almuerzos y desayunos que rondan los 2 y 4 euros.

Otra vez al tren, en este caso y luego de cruzar el Danubio llegamos a Bucarest, capital rumana, conocida también como la pequeña París, ofrece una arquitectura envidiable, parques y avenidas amplias y precios realmente accesibles para el presupuesto sudamericano. La plaza Unirii, plaza de la revolución, el imponente Parlamento, la Curtea Veche, el Calea Victoriei boulevard , el Herăstrău Park, la plaza Victorei y el Parque Kiseleff son obligados para dedicarles un tiempo.

Siempre en tren, aprovechando las buenas conexiones que ofrece el continente llegamos a una ciudad importante de Transilvania: Brasov. Donde ya el viaje por la montaña, bordeando los Carpatos ofrece paisajes formidables dignos que ya valen como tour pago. Ya en la ciudad, caminar por “La strada Republicii”, conocer la iglesia negra, intentar atravesar la Strada Sforii (la calle mas angosta de Europa) y subir hasta la torre blanca presentan de gran manera a la segunda ciudad en cantidad de habitantes de Transilvania. Recorrer las cercanías como Sighișoara, ciudad medieval fortificada donde nació Vlad Tepes (de quien surge el personaje de Drácula) y llegarse hasta Sinaia, para conocer el castillo de Peles dan un buen visto de esta gran zona.

Desde Brasov la historia sigue hasta Budapest en movilidad repetida (tren) rescatando el dato de que desde Atenas en adelante los tickets/pasajes son comprados con pocos días de antelación sin influir esto en los precios. Es decir que no hace falta comprarlos con mucho tiempo de sobra como pasa con pasajes low cost de avión.

Budapest son dos, Buda y Pest. En la segunda se encuentra la catedral San Esteban de Hungría, mejestuosa construcción que cuenta con la presencia de la santa diestra, el atractivo cultural mas «freaky» y morbido del periplo, nada mas ni nada menos que la (supuesta) mano derecha embalsamada de Esteban I de Hungría. Pasear por Váci Utca, conocer el castillo de Buda (antigua residencia de los reyes de Hungría), cruzar el puente de las cadenas, apreciar el Danubio, conocer el imponente Parlamento, visitar el Parque Városliget , el bastión de los pescadores y tomarse unas horas para visitar algun sitio de aguas termales de los muchos que hay en la ciudad. Una ciudad gigante, con muchas actividades y con la posibilidad de caminarla mucho y con precios de comidas que rondan los 3 a 6 euros.
A medio camino antes de llegar a Viena es posible visitar Bratislava, que en una tarde permite una buena impresión de su ritmo recorriendo su centro histórico.

Llegando a Viena y antes de continuar a Praga, París y Barcelona para volver a Italia y culminar el círculo imaginario por la parte sur y este de Europa podría decirse que concluye el objetivo de compartir una ruta adaptada a un bolsillo mochilero, con ganas de recorrer sin gastar fortuna, armando un itinerario por cuenta propia, alojandose en Hostel con cocina, caminando y disfrutando de destinos que tienen mucho para ofrecer y (a lo mejor por suerte) no cuentan con tanta fama como otras ciudades mas demandadas por el viajero. Una alternativa (de las tantas) para pensar la posibilidad de que «si nos organizamos…viajamos todos».

Muy bueno
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Gracias!
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